Boris voy a tragarme la montaña
voy a beberme la lluvia,
voy a comerme la ciudad. No puedo más.
Ven porque muero de la cintura para abajo,
y la cabeza está viva para recordarte
y en esta época de los satélites todavía lloro.
Cae la lluvia sobre la cárcel olorosa a orín
y no tengo nada que me detenga en este viaje definitivo a la soledad;
Me quedaré aquí si no vienes rápido con tus pantalocintos tibios
a salvarme de la pena de muerte.
Ven, reconoce mi rostro de Cristo que condenaron a un aislamiento;
frío y desolado corro, alcánzame
duplica los pasos con tus pequeños pies y sube esta montaña
donde me estoy ahogando.
Ríete en la casa para oirte desde aquí,
sácame los dientes,
mira con tus ojitos de chocolate iguales a los míos
que sólo miran los muros de la celda.
Recuerda a tu padre Boris y no llores
la tarde que yo muera.
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