sábado, 12 de junio de 2010

Carta a Neal Cassady

Querido Neal Cassady:

Colega en el vicio y en el genio: Nosotros también somos beat, pero nos llamamos nadaístas. No te preocupes, la vida es toda entera ella misma, y la felicidad es uno mismo.

La marihuana es para ti como la política para Eisenhower. Y si el presidente de tu patria puede hacer política que es su felicidad, ¿por qué tú no puedes fumar marihuana que es la tuya?

Aquí en este inmundo país latinoamericano que se llama Colombia no nos interesa nada, sino nuestra vida. ¿Sabes por qué somos las únicas personas felices en Colombia? Porque no creemos en nada, ni siquiera en nosotros. Creemos que el artista no tiene lugar en la sociedad, es un desplazado. Y si uno es un desplazado, ¿por qué la sociedad tiene que meterse con uno? Para nosotros no se hizo la moral, ni la ley, ni los derechos humanos. Para nosotros existe nuestra libertad irresponsable como una bella pasión inútil que nos sirve para no creer en lo que todo el mundo cree. Por eso también estamos solos en esta prisión custodiada por moralistas y maniqueos.

Neal: estamos totalmente en la oposición acerca de tu condena. Protestamos contra el monopolio de la virtud yankee que te tiene confinado en los altos muros de San Quintín como un chivo expiatorio para conjurarte el arrepentimiento. Nosotros acusamos al Estado norteamericano porque está atentando contra la felicidad de un hombre y contra su genio. En la misma forma, no pueden condenarte si a causa de tu desesperación eliges el suicidio y prefieres el gas a un cuchillo oxidado. Suprimir el dolor y el sufrimiento no es un delito. Todo hombre, Neal Cassady, cuando es un genio como nosotros, está por encima del bien y el mal, y cuando desobedece las leyes, el Estado no debe condenarlo, sino ofrecerle una pensión vitalicia para estimular sus oscuras inclinaciones al mal.

Porque es bueno declarar que nosotros nos salvamos en la medida en que nos hacemos dignos del infierno: nos aterran los conformistas y aniquilantes cielos burgueses. Si los estupefacientes te hacen feliz y te condenan por eso, ¿por qué no encarcelan a Eisenhower cuando hace el amor con su mujer? Porque para nosotros el amor es una droga heroica, la más nociva de todas, pues pone al genio creador del artista bajo la servidumbre reproductora de la mujer. El sexo es un atentado contra la inteligencia. Y actúa en ella como un catalizador de las energías geniales. También deben encarcelar a Faulkner, a Hemingway y a los demás sicópatas de la literatura que están huyendo de la realidad en las ficciones del arte que es, en este siglo del time is money, el más corrupto vicio onanista del espíritu moderno. Que cada político se coma el excremento de su felicidad... Que cada estadista se coma la putrefacción de sus fórmulas... Que cada legista sufra la sífilis de sus códigos venéreos... Que cada ciudadano pague sus impuestos... Tú y nosotros estamos salvados: la vida no tiene porvenir. No nos tenemos sino a nosotros mismos. Cada uno tiene derecho a buscar su felicidad, cada uno tiene derecho a buscarse a sí mismo. Cada uno es libre. Cada uno vive... Todos vamos a morir el día menos pensado, y ese día no está señalado en el Código Penal, ni en la Declaración de los Derechos del Hombre. La misma libertad que nos rodea nos concede el derecho de elegir nuestra vida.

Si alguno escoge ser presidente, se le permite. Si alguno escoge ser pederasta, se le permite. Si alguno escoge ser carbonero, se le permite. Y si exige ser cura, también se le permite. Y si alguno escoge ser artista —porque se nace artista como se nace con ombligo—, ¿por qué no se le permite? ¿Por qué no se le permite hacer nada? ¿Por qué no se le permite recitar poemas al son del jazz y del merecumbé? ¿Por qué no se le permite infusionarse una dosis de yerba mágica? Con base en nuestra experiencia personal, podemos asegurar que la marihuana estimula el gran poder místico en el hombre. Lo eleva a la máxima altura, que él se siente, por su influencia, el más grande entre los mortales.

A esta experiencia mística que podemos llamar elevación del ser a la más alta cima de su esencia, no se podrá llegar en helicóptero, ni en cohetes, ni siquiera subiendo el ascensor al último piso del Empire State, debido a que esta energía no es atómica, sino una extraña potencia creadora que la marihuana multiplica en las profundidades misteriosas del espíritu. Entonces, ¿por qué no se le permite a Neal Cassady un toque de marihuana para buscar su felicidad, así como los demás buscan su felicidad a través de Dios?

Neal: ¡¡¡Dios es tu marihuana!!!

Por todo esto, los nadaístas exigimos en nombre del vicio y del arte que Neal sea puesto en libertad para que pueda retornar a Dios y a su felicidad.

LOS NADAÍSTAS

P.D: Te enviamos un cuadro nadaísta llamado Colombia, de Humberto Navarro, para que adornes tu celda, y un pitillo de “mary jane”.

Gonzalo  Arango

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